A pesar de que el minado fraudulento de criptomonedas sigue en auge, el ransomware sigue siendo el peor quebradero de cabeza para la seguridad informática. Sobre todo, bajo el modelo RaaS (Ransomware as a Service o Ransomware como Servicio). Una nueva y peligrosa variante, GandCrab, incluso se actualiza en tiempo real.
El impacto económico del cibercrimen se ha disparado en los últimos años. Ya sea por medio de robo de datos, estafas a través de phishing, ataques de ransomware, etc., los ciberdelitos suponen actualmente un coste de 600.000 millones de dólares, o lo que es lo mismo, el 0,8% del PIB mundial.
El ransomware, sin duda, es la amenaza más seria para la seguridad informática en los últimos tiempos. Ahora, un grupo de cibercriminales ha dado con una nueva manera de distribuir este software malicioso: ofrecer un elevado porcentaje de beneficio a todo aquel que lo difunda. Y sin pagar nada a cambio.
La policía belga ha firmado en este mes de febrero una actuación del todo decisiva contra el ransomware. Las fuerzas del orden han obtenido las claves de recuperación para la última versión del malware conocido como Cryakl Ransom o Fantomas, dado que muestra una imagen de este personaje al secuestrar los archivos.
Los cibercriminales siempre buscan nuevas formas de lucrarse. El ransomware sigue siendo la amenaza más seria para la seguridad informática, pero el minado de criptomonedas por medio de malware ya ha empezado a tomarle en parte el relevo. Sobre todo, porque en este caso los delincuentes se aseguran la obtención de dinero.
La seguridad en materia informática sigue siendo una de las grandes preocupaciones de las empresas. Y con razón. De acuerdo con un estudio llevado a cabo por Norton, una de las divisiones de la compañía estadounidense Symantec, los cibercriminales robaron, a lo largo de 2017, alrededor de 140.000 millones de euros
La oleada de miedo desatada por el anuncio de las vulnerabilidades Meltdown y Spectre, que afectan a la práctica totalidad de los procesadores del mercado, ya ha encontrado respuesta por parte de los ciberdelincuentes a través de parches falsos que ocultan malware.